PUERTO REAL Y EL BICENTENARIO: LA OCASIÓN PERDIDA.

Nunca ha sido Puerto Real proclive a aprovechar los vientos bonancibles que, de tarde en tarde, han soplado por la Bahía, muy al contrario, siempre ha transitado por el furgón de cola. La celebración del Bicentenario de la Promulgación en Cádiz de la Constitución Liberal de 1.812 no ha sido una excepción.

Corría el 4 de Febrero de 1.810 y el primer cuerpo del ejercito francés en Andalucía ocupa El Puerto de Santa María. La caballería se adelanta hasta Puerto Real tomando la ciudad sin resistencia, quedando su cuartel general instalado en La Algaida y el mando del cuerpo de ejercito en Puerto Real.

El invasor pasó rápidamente a instalar en el Trocadero las baterías correspondientes a fin de iniciar, por un lado la defensa de los ataques de los españoles y, por otro, fustigar a la ciudad que se había convertido en el último reducto de la defensa del solar patrio.

El 5 de Marzo diez cañoneras españolas bombardearon el molino de manutención instalado en el Trocadero así como a la propia Villa.

El 17 de Mayo cae en manos de los franceses el castillo de Matagorda, dejando atrás innumerables muertos y heridos. Se arbolan baterías en las Cabezuelas y en el río San Pedro con grandes cañones fabricados en Sevilla por orden del Mariscal Soult y, más tarde, en los molinos de Goyena y Guerra.

Desde la misma ciudad de Cádiz, donde afortunadamente las bombas de los franceses no repercutían con el efecto deseado,se lamentaban del abandono en el que había quedado el fortín del Trocadero y sobre todo Puerto Real, por parte de las tropas españolas, pues así constó en la prensa del momento.

Los ataques a Cádiz finalizaron el 25 de Agosto de 1.812 pero los estragos de la guerra fueron incalculables ya que, fueron cientos los muertos y heridos, así como la destrucción de novecientas casas del caserío puertorrealeño, destruidas por los franceses antes del levantamiento del campamento instalado en La Algaida, dejando por lo tanto a la Real Villa sumida en la miseria y lo que fue peor, en el abandono, hasta tal punto que, no fue suficiente soportar la guerra y sus temibles derivados, sino que una vez finalizada la misma, la Regencia en su sesión de Cortes del 27 de Agosto propuso por medio del Secretario de Gracia y Justicia que se procediese a formar cortadura y otras defensas en el Caño del Trocadero y, para llevar a cabo tan importantes obras, por decreto de las Cortes Generales de 21 de Septiembre de 1.812 determinó se cobrase a los vecinos de Puerto Real los siguientes impuestos:

Una cantidad igual a la que satisface por alumbrado y comisaría.
Pagarían cuatro pesos por cada bota de vino de consumo.
Se exigió un cuartillo de real sobre libra de carne fresca.
Cuatro cuartos por personas a la entrada del teatro, 10 reales por los palcos primeros, 8 reales por los segundos, 6 reales por los terceros y cuatro cuartos por los asientos de lunetas y cazuelas.
Libres los alquileres de las casas de esta ciudad, se impondrá un seis por ciento que pagarán los dueños.
Cesando los impuestos una vez finalizasen las obras en cuestión.

Hoy celebramos con gran gozo y fastos la Promulgación de La Pepa en la que San Fernando también ha tenido cabida con todo merecimiento.

A Puerto Real solo le cabe el triste honor de que, para que esta esfemeride sea posible, haya sido a costa de sus hijos, de su caserío y su economía, sin tan siquiera merecer mención alguna por parte de los organismos responsables de tales celebraciones.

En estos días se anuncia la visita a Puerto Real de Don. Pedro Flores, gerente del Consorcio del Bicentenario para tratar con la Sra. Alcaldesa la programación, en común, de los proyectos programados para el próximo semestre.

Poco bagaje para tan especial ocasión.

Una vez más transitamos por el furgón de cola.

Francisco Pérez Aguilar