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EL ROBO DE LOS PUERTOS.


En 1503 los Reyes Católicos establecieron en Sevilla la Real Casa de Contratación de Indias, con objeto de fomentar y regular el comercio y la navegación con el Nuevo Mundo. Se podría haber fijado en Cádiz, pero Sevilla era ciudad de realengo, es decir, sometida a la autoridad directa de la Corona, mientras que Cádiz era una ciudad de abolengo, sometida a la autoridad de una familia nobiliaria, los Duques de Medina Sidonia. Los RR.CC. no tenían ningún interés en compartir con nadie los beneficios del comercio con América, y entre otras razones fue por esto por lo que la capital andaluza fue la elegida, lo que sin duda contribuyó a la prosperidad de esta ciudad durante los dos siglos en la que la Real Casa se mantuvo allí.

Más de un lector se preguntará a qué viene esta nota histórica y qué tiene que ver con la situación actual de nuestras infraestructuras portuarias. Pues bien, la reseña no es más que un paralelismo con una situación que se dio hace 500 años y con lo que ocurre actualmente con los puertos de Cádiz y de Sevilla. La oligarquía imperante, actualmente encarnada en la marca "PPSOE", al igual que hiciera la de la época, decide por intereses espurios privilegiar a una provincia aunque ello suponga injusto perjuicio a la provincia vecina.

Exactamente eso ocurre con las relaciones portuarias entre Cádiz y Sevilla. Desde hace años las distintas Administraciones que han tenido competencias en estos asuntos, tanto populares como socialistas, decidieron apostar por el puerto de Sevilla como gran puerto de servicios logísticos de valor añadido (recepción de contenedores), una actividad de alta creación de empleo que de momento está reservado para el proyecto portuario Sevilla 2020. Y ello a pesar de que el puerto del Bajo de la Cabezuela en Puerto Real reúne las condiciones adecuadas para poder ejercer de forma más satisfactoria ese mismo papel. Y ahí es donde está el "robo de los puertos", a través de una serie de truculentas decisiones políticas nos han robado a Puerto Real y a la Bahía de Cádiz la posibilidad de competir en igualdad de condiciones con Sevilla. Y no es una cuestión de buscar confrontación entre provincias. Al final, como se trasluce en este artículo, la ciudadanía sevillana también sale perjudicada por el despilfarro de recursos públicos que nos afecta a todos y especialmente por el desastroso dragado del Guadalquivir.

Había pues que eliminar al competidor, ya que en el campo de las inversiones y para recibir los parabienes de Europa es muy necesaria la coletilla de "no hay alternativa posible". La forma como se decidió sacar del tablero al Bajo La Cabezuela fue condenarlo a ser el puerto sucio de la Bahía de Cádiz. Sin importar a nuestros gestores públicos la ubicación de este puerto y las repercusiones sobre la ciudadanía, que sufre las consecuencias de las descargas de graneles sucios tanto en el Río San Pedro como en Cádiz. Una imposición política que no se comprende si tenemos en cuenta que tanto el puerto de Algeciras como el de Huelva están especializados en esta actividad. Por tanto un pretexto para asegurar la viabilidad del proyecto Sevilla sin un competidor mejor equipado a tan solo 120 kilómetros.

Independientemente de estas repercusiones y por mucho que se esfuerce la Autoridad Portuaria Bahía de Cádiz en publicitar las bondades de generación de empleo de los graneles, lo cierto es que la gestión de contenedores tiene un potencial de generación de empleo mucho más grande por el tipo de mercancía que transportan.

Por otra parte tenemos el puerto de Cádiz capital, que por sus características no puede convertirse en el gran puerto que se pretende hacer en Sevilla o que podría hacerse en La Cabezuela. A pesar de esto, se está gestando una ampliación de este puerto que sigue a la espera de 120 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones. Este gasto inútil y aciago, que perpetúa el molesto trasiego de camiones que sufren los vecinos de Cádiz, entierra de facto toda posibilidad de que lleguen fondos para la remodelación que necesitaría el puerto del Bajo de la Cabezuela, un puerto cenicienta con gran potencial para el que ni siquiera han querido los actuales y pasados gobiernos que llegue el tren.

Para mayor escarnio y volviendo a la capital, una de las grandes justificaciones que se hace de la terrorífica inversión del segundo puente (artículo sobre el segundo puente) es evitar las molestias de los camiones. Esto es cierto sólo en parte, ya que aunque los sufridos vecinos de Segunda Aguada se librarán por fin de los camiones, no podrán decir lo mismo las personas que viven desde el entorno del entronque del puente con la ciudad hasta la carretera de Astilleros. De modo que se gastan cerca de 500 millones de euros cuando podrían haber evitado los camiones a coste cero desviándolos hacia La Cabezuela.

Con todo este marco "ideal" cocinado, ya tenemos la justificación para catapultar el puerto de Sevilla. Ya se realizó en 2009 una inversión millonaria para la construcción de una gigantesca y rechazable esclusa en el Guadalquivir que ha costado 160 millones de euros. El siguiente paso es el polémico dragado del Guadalquivir, un proyecto que no sólo tiene en contra a ecologistas, sino también a agricultores, pescadores del Golfo de Cádiz y otras organizaciones sociales y formaciones políticas. Sobre este proyecto además se elaboró un riguroso estudio científico por parte de investigadores del CSIC, que recomendaba desestimarlo en base al daño que provocaría en el estuario del Guadalquivir, con consecuencias graves para el Parque Nacional de Doñana. Lo lamentable de este asunto es que sin el dragado, la esclusa construida es inútil e innecesaria. Un segundo ejemplo de la disparatada y despilfarradora "planificación" de infraestructuras tan común en nuestro país.

Muy criticable es en este caso la actitud de los socialistas, que según provincia y época se han mostrado a favor, en contra o "no saben/no contestan" respecto al dragado. Sin embargo fue con gobierno PSOE cuando se construyó la esclusa que ahora los populares usan para justificar el dragado.

En fin, esta es la casta política que padecemos: desprecian el potencial de La Cabezuela, entierran millones de euros en una inútil terminal de contenedores en Cádiz, se gastan 500 millones de euros en un puente asimismo innecesario, desperdician otros 160 millones en una prescindible y ahora quieren destrozar el río Guadalquivir y el parque nacional de Doñana. Y todo para que Sevilla tenga su gran puerto. Elecciones equivocadas, financiaciones en el aire, estimaciones erróneas, impactos inasumibles,...¡qué acumulación de disparates!

Iván Canca y Juan Carlos Romero
EQUO puerto Real

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