El pasado sábado caminando por la calle me encontré a un amigo que se fue hace años del pueblo a trabajar fuera, allí encontró el amor y formó su familia, solo volvió a Puerto Real cuando la enfermedad de sus padres y cumplió como buen hijo, me confesó que él se había marchado muy joven y apenas tenia amigos por lo cual era una tranquilidad para él en su conciencia no tener que recordar amistades, incluso me comentó que alguna que otra vez le dijo a sus padres la idea de llevárselos para tenerlos cerca.

Estando de visita aquí, su padre le dijo que quería salir, que el pueblo había crecido mucho y apenas si salía de casa, lo subió al coche y gastaron gasolina dando vueltas por su pueblo, vamos al río hijo, exclamó mi padre, que hace un día muy bueno.

Llegamos a La Ministra y nos sentamos un buen rato y afloraron los recuerdos, al principio veníamos en el coche de la barriada y de mas mayor andandito como tanta gente, allí aprendí a nadar mientras mi padre hacia como el que pescaba, con la marea baja mariscaba alguna que otra almeja en el cantil, "ira opá la que he cogio" mi padre me decía tirandola de nuevo al agua " niño, cuando cojas coge por lo menos para hacer un arroz", señalando a La Argaira le decía, antes nadie se quejaba porque jugaran al futbol al contrario, decían, ¿puedo jugar?, era la mejor playita cuando había levantera, cruzaba el caño buscando la tortilla que traía mi madre mientras mi padre se tomaba un botellín y una tapa de coquinas en La Ministra, después de comer me aburría porque mi madre de bañarme ni "mijita", tres horas de digestión "na" menos.

Y así estuvimos hasta que casi se hizo de noche, cuando nos acostamos, no podía coger el sueño, mi mujer me preguntó que me pasaba, le conteste que mi mejor amigo no necesitaba hablar para decir cuanto me quería, el me hizo pasar los mejores momentos de mi vida, tal vez haya sido el hermano que tanto necesité, mis padres descansan allí como una familia unida.

Todos vamos cambiando a lo largo de nuestra vida, él también ha cambiado pero sigue estando allí, esperando el abrazo de cada verano, porque yo también he cambiado.

Ricardo García Chozas